La Organización Mundial de la Salud (OMS) ve la osteoporosis como una epidemia que afectará en breve a 1 de cada 3 mujeres mayores de 50 años.
La prevención de la osteoporosis a lo largo de la vida varía según la edad. Durante la niñez se pueden tomar medidas para mejorar la masa ósea máxima que está genéticamente programada, a través del ejercicio y de la alimentación. Durante la edad adulta lo importante es evitar los factores secundarios, relacionados con la absorción de alimentos. En las mujeres, sector de la población con mayor riesgo de padecer la enfermedad, hay que poner especial atención a la irregularidad de los ciclos menstruales o la ingesta de medicamentos que puedan reducir la masa ósea máxima.
Al llegar la menopausia se deben tomar medidas severas de prevención si ésta llega demasiado pronto, antes de los 45 años. En una edad normal, se debe asegurar un extra de calcio en la alimentación y ejercicio físico adecuado. Cuando envejecemos, la vitamina D juega un importante papel preventivo, junto a la ingesta de calcio, la realización de actividad física regular y la suficiente precaución para no sufrir caídas.
Determinados hábitos como el tabaquismo, un consumo excesivo de alcohol, la falta de ejercicio regular y una dieta incompleta, en el caso de la anorexia, o escasa en calcio y vitamina D, son elementos de los que se nutre esta enfermedad, además de la genética, el trasplante de órganos, la edad avanzada, la amenorrea o una terapia prolongada con corticoides.
Dieta y ejercicio físico
La dieta es el pilar básico en la prevención. Un aporte adecuado de calcio durante toda la vida, haciendo especial hincapié en las etapas de crecimiento, es fundamental. La absorción de calcio se ve favorecida por determinados nutrientes como la vitamina D, que estimula la fijación del calcio en los huesos, la lactosa y el ácido ascórbico. Para asegurar el aporte dietético de calcio es necesario tomar como mínimo dos vasos de lácteos al día.
Sin embargo, existen otra serie de sustancias que interfieren en la absorción de este mineral, por lo que no se debe abusar de la ingesta de cereales integrales o salvado, ya que contienen filatos o ácido fítico, que forman sales insolubles con el calcio y disminuyen su absorción. El fósforo y las proteínas elevadas en la dieta también provocan esta disminución y, por supuesto, el consumo de tabaco y de alcohol disminuye la densidad mineral ósea.
Las mujeres deben tomar mayores cantidades de vitamina D, en especial tras la menopausia. Según un estudio presentado por la compañía farmacéutica Merck, más de la mitad de las mujeres presenta niveles inadecuados de esta vitamina, lo que hace que su sistema absorba una menor cantidad de calcio. La principal fuente de vitamina D es el sol, aunque ésta también puede ser producida por la piel, dependiendo de la estación, la hora del día, el clima, la latitud geográfica, la protección solar o la pigmentación de la propia piel. Asimismo, al envejecer, la capacidad de la piel de las personas para transformar la luz solar en vitamina D se va mermando.
La actividad física es imprescindible para mantener controlada la enfermedad. Las actividades de sobrecarga, incluso el caminar, tienen mayor efecto positivo sobre los huesos que aquellos ejercicios en los que el individuo no soporta el propio peso, tales como natación o ciclismo. Por otro lado, conviene tener en cuenta que el ejercicio de sobrecarga estimula la masa ósea de forma localizada, por lo que se aconseja trabajar todas las partes del cuerpo (se puede observar que el brazo activo de un tenista posee hasta un 20% más de hueso que el inactivo).
Objetivo prioritario de la UE
La Organización Mundial de la Salud (OMS) ve la osteoporosis como una epidemia que afectará a 1 de cada 3 mujeres mayores de 50 años. El informe de la Unión Europea respecto a esta enfermedad establece una serie de recomendaciones dirigidas a los gobiernos de los estados miembro. De vital importancia es la advertencia de que se tome en cuenta la osteoporosis como un objetivo sanitario importante, que deben llevar a cabo los responsables de educación y sanidad.
Para los especialistas europeos esta prioridad hace necesaria una coordinación de los distintos sistemas sanitarios nacionales, para poder planificar una redistribución apropiada de los recursos.
La UE se compromete a aplicar políticas de asesoramiento a la población en general y, a los profesionales en particular, sobre la necesidad de aportes de calcio y vitamina D en todas las etapas de la vida. Asimismo, el informe recomienda realizar mediciones de la densidad ósea en personas propensas a padecer la enfermedad.
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